En el año 2000 el productor español Julio Fernández y el cineasta estadounidense Brian Yuzna se asociaron para crear una productora de cine de género con sede en Barcelona. A lo largo de cinco años y nueve películas, la Fantastic Factory intentó despertar del letargo el adormecido fantaterror español defenestrado por aquellos prejuiciosos incapaces de comprender que el cine debe ser sobre todo diversión y escapismo.